miércoles, 13 de junio de 2012

Una espiral inclinada

Alphonse Goettmann:
Darse cuenta de que "estamos iluminados desde siempre", según algunos Maestros japoneses, o de que "hemos resucitado ahora mismo", según la tradición cristiana, puede producir, en el que busca, confianza, serenidad y una extraordinaria distensión. En el fondo, no tenemos ni que buscar ni que esperar nada, sino encontrar y dejarnos sobrecoger...Cristo es "El principio y el fin, el alfa y la omega", en El y con El nos encontramos, a la vez, en el Camino y a su fin, es una Vida que no se repite nunca dos veces, y una Verdad siempre inédita, nueva, que brota y nos sumerge en un movimiento de transformación incesante...

Karlfried G. Dürckheim:
El camino no es recto, sino espiral: una espiral inclinada en la que los círculos caen en la oscuridad y pasan a la altura de la luz. A cada vuelta tiene más iluminación. Su continuo movimiento nos lleva desde la periferia hasta el eje, al centro, y del centro a la periferia; de la superficie exterior a la profundidad abismal del núcleo y de ahí a la superficie de nuevo.
Nos sentimos atraídos hacia el centro incesantemente, llamados por él; pero, al mismo tiempo, nos sentimos también impulsados hacia afuera. Es el propio movimiento del Soplo que vive en nosotros y, en su vaivén permanente, nos inunda por completo, nos penetra desde las capas exteriores hacia las más profundas y de las más profundas a las exteriores, nos "hominiza" y nos diviniza...
Pero este movimiento incesante nos abre también las puertas de la humanidad y del cosmos. Partiendo de nuestro centro, nos unimos con todo lo que nos rodea (personas, objetos, naturaleza...) desde su periferia hacia su propio centro. El Ser que hay en nosotros reconoce al Ser de lo que no está en nosotros y, por encima de las divergencias aparentes, se tejen lazos misteriosos de parentesco profundo...Toda superficie exterior, cualquiera que sea su forma, refleja la presencia en su fondo de nuestro propio Ser que quiere manifestarse.
Podemos dejarnos agarrar bruscamente por la superficie y quedarnos sujetos a ella para desgracia nuestra. El movimiento no tolera ningún estancamiento ni detención: es abandono y paso, muerte y nacimiento...Sólo tenemos una cosa que hacer: resistir a la tentación de orientar nosotros mismos el Camino. Cualquier intromisión del yo es ya una desviación que corre el peligro de llevarte lejos del centro. Sí, una vez que se está en el Camino, se apodera de nosotros y no nos pide sino una obediencia radical...
El Camino es el Maestro eterno, en tanto que camino... y, cuando el discípulo se convierte en Camino, ¡es un Maestro a su vez!
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El título no es casual. Lo he elegido porque recuerdo que cuando leí este texto por primera vez, la idea de "una espiral inclinada" llamó poderosamente mi atención. Hasta ese momento la idea de una espiral la asociaba con reflexiones, pensamientos, meditaciones...sobre la vida exterior e interior del hombre, sobre la periferia y el núcleo, etc., en fin, rumiaba en un plano horizontal, meditaba sobre una una espiral plana provista de un piso y un techo.
Este texto revelador, produjo un cambio profundo en mi manera de pensar respecto a la manera de acercarme a esta idea. Para hablar con más exactitud, produjo el comienzo de una metanoia, el principio de una comprensión cada día mayor de cómo los círculos "caen" y pasan a la "altura" y sin ningún tipo de límites, tanto hacia arriba como hacia abajo. Luego, investigando, quedé maravillado al encontrar tantos puntos de conección de esta idea de la espiral inclinada, con los antiguos textos herméticos, con los escritos alquimicos, etc.
Si somos capaces de reconocer en nosotros el proceso del que nos habla Durckheim, de movimiento incesante, de atracción hacia el centro y de expulsión a la periferia, si podemos ver esto sin cambiar nada!!!, sin ninguna intromisión del yo, seguramente, y lo digo con toda certeza, nuestra visión, nuestra perspectiva de la vida, experimentará un cambio notable.

MIguel Fochesatto

La dualidad y el dualismo

No tengo muy clara cuál es la diferencia entre dualidad y dualismo.
La dualidad es la base sobre la cual tiene lugar esta manifestación. El entendimiento es ver la dualidad como dualidad., como meramente los opuestos polares, que uno no puede existir sin el otro. Eso es la iluminación.
La mismísima consciencia Consciencia ha descendido del plano de la dualidad al del dualismo y se ha identificado con cada objeto y ha creado las relaciones sujeto-objeto para que pueda proseguir este lila. Así pues, es la consciencia la que se ha identificado consigo misma y continúa con la identificación durante un tiempo. Entonces un mecanismo cuerpo-mente, que puede haber estado viviendo de un modo perfectamente razonable, saludable y satisfactorio, se queda estancado con la necesidad de saber: "¿Estoy realmente separado del otro? ¿Qué sentido tiene esta vida?". Entonces la mente se interioriza y ¡el buscador comienza su miserable viaje! El proceso de desidentificación prosigue hasta que llega el entendimiento de que este dualismo es una broma, una broma cósmica. Esa realización devuelve al dualismo de nuevo al plano de la dualidad. Cuando ese plano de la dualidad también se vuelve insoportable, entonces el "yo" y el "tu" también desaparecen.

Ramesh Balsekar


-Texto extraído del libro Habla la consciencia-


-Hace aproximadamente seis años que leo al maestro Ramesh Balsekar, por lo tanto, por propia experiencia recogida de su lectura, me animo a decir que el suyo, es uno de los libros más importantes que se hayan escrito sobre la filosofía Vedanta Advaita. En él, nos expone con un lenguaje de los más claros y accesibles, dentro de lo que implica la complejidad del tema, el origen, y la naturaleza de la consciencia.

Miguel Fochesatto.

jueves, 7 de junio de 2012

La fuente de la felicidad, Dalai Lama

Límites - Jorge Luis Borges

La cifra

La amistad silenciosa de la luna

(cito mal a Virgilio) te acompaña

desde aquella perdida hoy en el tiempo

noche o atardecer en que tus vagos

ojos la descifraron para siempre

en un jardín o en un patio que son polvo.

¿Para siempre? Yo sé que alguien, un día,

podrá decirte verdaderamente:

No volverás a ver la clara Luna.

Has agotado ya la inalterable

suma de veces que te da el destino.

Inútil abrir todas las ventanas

del mundo. No darás con ella.

Vivimos descubriendo y olvidando

esa dulce costumbre de la noche.

Hay que mirarla bien. Puede ser la última.



Jorge Luis Borges



Borges: el barroco es una soberbia...

Buenos Aires - Las calles de Borges

POESIAS



DE OCTAVIO PAZ (VOZ DEL AUTOR)