miércoles, 1 de abril de 2015

El principio de la inteligencia


Un interlocutor le pregunta a Krishnamurti: La inteligencia, ¿forma el carácter?
Krishnamurti:

Qué entendemos por “carácter”?  ¿Y qué entendemos por “inteligencia”? Todos los políticos –ya sean de la variedad de Delhi o el voceador local de ustedes- continuamente usan palabras tales como “carácter”, “ideal”, “inteligencia”, “religión”, “Dios”, Escuchamos estas palabras con atención absorta porque parecen muy importantes. La mayoría de nosotros vive de palabras; y cuanto más elaboradas y exquisitas son las palabras, más satisfechos nos sentimos. Averigüemos, pues, qué es lo que entendemos por  “inteligencia” y que entendemos por “carácter”. No digan que no contesto de una manera definida. Buscar definiciones, conclusiones, es uno de los trucos de la mente y significa que no quieren investigar y comprender, que sólo quieren seguir las palabras.
¿Qué es la inteligencia? Si un hombre está atemorizado, ansioso, si siente envidia, codicia, si su mente copia, imita y está repleta con el conocimiento y las experiencias de otras personas, si su pensar se halla limitado y moldeado por la sociedad, por el miedo, ¿es inteligente un hombre así? No lo es, ¿verdad? ¿Y puede tener carácter un hombre temeroso, no inteligente? – siendo  el carácter algo original, no la mera repetición de los tradicionales debes y no debes-. ¿Es carácter la respetabilidad?

¿Entienden lo que significa esa palabra “respetabilidad”?
Uno es respetable cuando es estimado, respetado por la mayoría de las personas que lo rodean. ¿Y qué es lo que la mayoría de las personas respetan, qué respetan las personas de la familia, las personas de la masa? Respetan las cosas que ellas mismas desean y que han protegido como  una meta, como un ideal; respetan aquello que presumen en contraste con su propio estado inferior.
Si uno es rico y poderoso o tiene o tiene gran renombre político o ha escrito libros de éxito, es respetado por la mayoría. Lo que uno dice puede ser un completo disparate, pero cuando habla, la gente lo escucha porque lo considera un gran hombre. Y cuando de esa manera te has ganado el respeto de los muchos, el seguimiento de la multitud, eso te da un sentido de respetabilidad, un sentimiento de que has llegado. Pero el así llamado pecador está más cerca de Dios que el hombre respetable, porque el hombre respetable está investido de hipocresía.
¿Es el carácter el resultado de la imitación, de ser controlado por el miedo a lo que la gente dirá o no dirá? ¿Es el mero fortalecimiento de nuestras propias tendencias, de nuestros propios prejuicios? ¿Es el sostenimiento de la tradición, ya sea de la India, de Europa o de América? Eso es lo que generalmente se llama tener carácter: ser una persona fuerte que sostiene la tradición local y así es respetada por los muchos. Pero cuando uno prejuzga, imita, cuando está atado por la tradición, cuando tiene miedo, ¿hay inteligencia, hay carácter? Imitar, seguir, rendir culto, tener ideales… ese camino conduce a la respetabilidad, pero no a la comprensión. Un hombre de ideales es respetable, pero jamás estará cerca de Dios, jamás sabrá lo que es el amor, porque sus ideales son un medio para ocultar su temor, su imitación, su sentimiento de soledad.

Por lo tanto, sin comprendernos a nosotros mismos, sin darnos cuenta de todo lo que está operando en nuestra propia mente: cómo pensamos, si estamos imitando, copiando, si tenemos miedo, si estamos buscando el poder, no puede haber inteligencia. Y la que crea el carácter es la inteligencia, no el culto al héroe o la persecución de un ideal. La comprensión de nosotros mismos, de nuestro propio y extraordinariamente complicado yo, es el principio de la inteligencia, la cual revela el carácter.

J. Krishnamurti