viernes, 26 de noviembre de 2010

La caridad

La segunda marca distinta de la caridad es que, diferentemente de las formas inferiores del amor,
no es una emoción. Empieza con un acto de la voluntad y se consuma como un advertimiento
puramente espiritual, un unitivo amor-conocimiento de la esencia de su objeto.

Entiendan todos que el verdadero amor de Dios no consiste en lloros, ni en aquella suavidad y
ternura que usualmente anhelamos, sólo porque nos consuelan, sino en
servir a Dios en la justicia, fortaleza de alma y humildad.



Santa Teresa