sábado, 8 de octubre de 2011

Krishnamurti, los Vedas y el Buddhismo

...Esta noción nos recuerda ciertos pasajes del antiguo Vedanta y del Buddhismo. Primero del Vedanta, por la definición de Advaita, "El UNO sin segundo, el irremplazable tesoro que permanece enterrado en el corazón de toda existencia, existente por Sí Mismo, completo en Sí Mismo, más allá de todo "llegar a ser", supremamente increado, sin comienzo ni fin..."

Luego el Buddhismo pone en evidencia la cesación del "llegar a ser" como condición "sine qua non" para la realización del SER. Una de las metas fundamentales del Buddhismo consiste en desenmascarar los menores detalles  del proceso del "yo" y de sus maniobras groseras o sutiles para "durar", con sus avideces y su sed de vivir y "becoming" (Tanha).

Para los Maestros Tibetanos, la condición "sine qua non" de la Vista Justa es la supresión de las "confecciones mentales". Uno de los adagios más famosos de los Maestros del Sendero Directo es:
"Nada pienses, nada imagines, nada superpongas a LO QUE ES".

Esta ultérrima transparencia de la emoción y del pensamiento es indispensable a la manifestación de AQUELLO que lo supera. Un Maestro advaitista comparaba la mente a una sala llena de muebles. Los muebles son las ideas, los hay desde el piso al techo, por doquier nos asaltan y nos atormentan.
Pero decía Dayalshanti Ghose, "esperamos un Gran Visitante misterioso, desconocido y debemos recibirlo en la gran sala. ¿Cómo hacerlo sin desalojar la sala? Dicho de otro modo, ¿Cómo podría "EL" visitarnos, escogernos, si no le damos un lugar, si no nos despojamos de esas innumerables "confecciones mentales" que pueblan nuestra mente y opacan el esplendor de su prístina claridad?" Es lo que expresa Krishnamurti para quien las tradiciones y creencias pertenecen a las "confecciones mentales" de los Buddhistas. El dice: "La tradición y la creencia moldean la experiencia, pero para experimentar la Realidad que no es ninguna tradición, ninguna ideología, el pensamiento debe ir más allá de su propio condicionamiento".

La idea de actividad mental opuesta al silencio del SER es evocada con frecuencia en el Buddhismo, al decir que el pensamiento es la manifestación del Ego para durar, en virtud de una insaciable sed de "becoming" (Tanha). Según el Buddha, el SER, o la base del Mundo es Lo Increado. Pues el Buddhismo no es una religión de "creación". El SER profundo es increado, el Universo mismo en su conjunto no es creado. No tiene ni comienzo ni fin: se transforma.
La realización del Nirvana sólo se alcanza por la cesación de las "eskandas", fuerzas o tendencias que derivan del instinto de conservación del "yo" al encadenar ese "yo" en el "becoming" y en las creaciones del "samsara".
La rueda de renacimientos y muertes sucesivas del Samsara deja de girar cuando el hombre se ha liberado de la sed de "llegar a Ser", cuando ha suprimido la voluntad egoísta por medio del acto de comprensión y de la VISTA JUSTA. Tal es la actitud más característica del Buddhismo Tibetano del "Sendero Directo".
Nirvana significa realmente aniquilación, pero ¿aniquilación de qué?, del Falso Ego superficial, cogido en las trampas innumerables de su sed de "becoming", a fin de que resplandezca la Luz Infinita del Ser. Por lo tanto, Nirvana es el triunfo del Infinito sobre lo finito, que resulta de una ofrenda libre y gozosamente consentida del Ego al captar súbitamente la esterilidad de la comedia que se ha librado a sí mismo.
El espíritu real del Nirvana está admirablemente expuesto en estas tres sentencias de Dayalshanti Ghose
(La Divina Hechicería):

                   Por haber vagado y sufrido
                   Entre todo lo que nace y muere
                   He oído la irresistible llamada
                   De aquello que no ha nacido.
                   Y porque soy un fanático
                   De aquello que no ha nacido
                   Soy libre...eternamente libre
                   Como sólo puede serlo
                   Aquello que no ha nacido.
                   En verdad, repito con vigor:
                   El secreto de la inmortalidad
                   Reside en el Increado Supremo.
                   En El y sólo en El
                   Mora el eterno triunfo
                   Que te liberará de nacimientos y muertes
                   ¡Oh, tú que naces y mueres!

Esta noción de lo increado es esencial en el pensamiento védico y buddhista.
La volvemos a encontrar con más precisión en "Krishnamurti habla":
¿No es acaso la Realidad, lo increado? ¿Y no debe la mente cesar de crear, de formular, si quiere sentir, experimentar lo increado?
La Mente-Corazón debe estar internamente inmóvil y silenciosa para que lo Real SEA.
Esta cita hace alusión a lo Increado, a la vez que a la cesación de las confecciones mentales como condición indispensable para la experiencia de lo Real. Se entiende que sólo la cesación de los conceptos mentales permitirá poner fin a la esclavitud del "yo" y al Ciclo del Karma.

Robert Linssen