Yo y mi sombra
Uno no tiene que estar
encerrado en una habitación
para sentirse atrapado.
En el cerebro existen laberintos
que no son materiales
y es mucho más seguro
luchar con un fantasma
entrevisto a medianoche
que mirar cara a cara a ese extraño
oculto en nuestro interior.
Es mucho más fácil escapar aterrado
de las ruinas de una lóbrega abadía
que enfrentarse a uno mismo
en plena soledad.
Serìa menor el pánico
si un asesino oculto en nuestra casa
nos obligara a escondernos
dentro de nosotros mismos,
cuando nuestro cuerpo empuña un revólver
y dispara hacia la puerta
apuntando a una sombra apenas atisbada.
Emily Dickinson