Las cosas no dejan de ser si no llegan a ser, pero tampoco dejan de ser cuando llegan a ser.
Por otro lado, las cosas no llegan a ser si no dejan de ser, pero tampoco llegan a ser cuando dejan de ser.
¿Cómo podría haber un dejar de ser sin un llegar a ser? Es decir, muerte sin nacimiento, desaparición
sin surgimiento.
¿Cómo puede algo dejar de ser, a la vez que llega a ser? Pues no podemos concebir el nacimiento y la
muerte como simultáneos. Y, ¿Cómo puede haber un llegar a ser sin dejar de ser? Pues no podemos hacernos una idea de algo que no sea efímero.
¿Cómo puede el llegar a ser coexistir con el dejar de ser? Pues el nacer y el morir no pueden concebirse simultáneamente. No se puede afirmar la realidad de lo uno basándose en lo otro, pero tampoco se podría
afirmar la realidad de lo uno sin lo otro. ¿Cómo establecernos entonces?
Lo perecedero no tiene un llegar a ser: lo imperecedero tampoco. Lo perecedero no tiene un dejar de ser, y tampoco un llegar a ser.
Sin una identidad, no podríamos formarnos una idea ni del llegar a ser ni del dejar de ser. Y tampoco podríamos concebir entidad alguna sin un llegar a ser y un dejar de ser.
No es concebible que algo vacío llegue a ser o deje de ser. Tampoco lo es que algo no vacío llegue a ser, o deje de ser. No tiene sentido decir que el llegar a ser y el dejar de ser son idénticos: tampoco lo tiene decir que son diferentes.
Nagarjuna
Por otro lado, las cosas no llegan a ser si no dejan de ser, pero tampoco llegan a ser cuando dejan de ser.
¿Cómo podría haber un dejar de ser sin un llegar a ser? Es decir, muerte sin nacimiento, desaparición
sin surgimiento.
¿Cómo puede algo dejar de ser, a la vez que llega a ser? Pues no podemos concebir el nacimiento y la
muerte como simultáneos. Y, ¿Cómo puede haber un llegar a ser sin dejar de ser? Pues no podemos hacernos una idea de algo que no sea efímero.
¿Cómo puede el llegar a ser coexistir con el dejar de ser? Pues el nacer y el morir no pueden concebirse simultáneamente. No se puede afirmar la realidad de lo uno basándose en lo otro, pero tampoco se podría
afirmar la realidad de lo uno sin lo otro. ¿Cómo establecernos entonces?
Lo perecedero no tiene un llegar a ser: lo imperecedero tampoco. Lo perecedero no tiene un dejar de ser, y tampoco un llegar a ser.
Sin una identidad, no podríamos formarnos una idea ni del llegar a ser ni del dejar de ser. Y tampoco podríamos concebir entidad alguna sin un llegar a ser y un dejar de ser.
No es concebible que algo vacío llegue a ser o deje de ser. Tampoco lo es que algo no vacío llegue a ser, o deje de ser. No tiene sentido decir que el llegar a ser y el dejar de ser son idénticos: tampoco lo tiene decir que son diferentes.
Nagarjuna