Quizá estés contemplando la montaña relajándote en el fácil estado de tu vivencia del momento presente, cuando, de repente, la montaña lo es todo y tú no eres nada. Tu sensación de identidad separada desaparece completa y repentinamente y sólo permanece aquello que va surgiendo a cada instante. Eres perfectamente consciente, estás perfectamente atento y todo parece completamente normal...excepto que no puedes encontrar-te. No estás de esta parte de tu cara contemplando la montaña ahí enfrente. Simplemente eres la montaña, eres el cielo, eres las nubes, eres todo aquello que surge a cada instante, muy simple y claramente.
...Y, además, una vez que vislumbras ese estado -ése al que buddha llama "Único Sabor", porque tú y el universo sois un único sabor o una única experiencia- resulta obvio que no eres tú el que se adentra en este estado sino que más bien este estado, de una manera realmente profunda y misteriosa, ha sido tu condición primigenia desde un tiempo inmemorial. De hecho, nunca has dejado de ser ese estado ni un solo segundo.
Por eso las personas que practican Zen lo llama: "LA PUERTA SIN PUERTA". Desde esta parte, parece que tengas que hacer algo para lograr ese estado, parece como si tuvieras que atravesar una puerta. Pero cuando así lo haces y te das la vuelta mirando hacia atrás, no hay puerta alguna ni nunca la ha habido.
Ken Wilber
...Y, además, una vez que vislumbras ese estado -ése al que buddha llama "Único Sabor", porque tú y el universo sois un único sabor o una única experiencia- resulta obvio que no eres tú el que se adentra en este estado sino que más bien este estado, de una manera realmente profunda y misteriosa, ha sido tu condición primigenia desde un tiempo inmemorial. De hecho, nunca has dejado de ser ese estado ni un solo segundo.
Por eso las personas que practican Zen lo llama: "LA PUERTA SIN PUERTA". Desde esta parte, parece que tengas que hacer algo para lograr ese estado, parece como si tuvieras que atravesar una puerta. Pero cuando así lo haces y te das la vuelta mirando hacia atrás, no hay puerta alguna ni nunca la ha habido.
Ken Wilber