LA VIGILIA
Una cosa es el placer
y otra cosa es el éxtasis.
Desecha el primero por pequeño
y busca la grandeza del segundo.
Si construyes tu felicidad
sobre la infelicidad de otros,
estarás atado por ello para siempre.
Si no haces lo que debes
y haces lo que no debes,
petulante y lleno de orgullo
crecerá tu ardiente deseo.
Pero el maestro está atento.
Cuida su cuerpo con pureza
y en todas sus acciones hay poder:
hace sólo lo que debe ser hecho.
Está libre de culpa,
así hubiese matado a sus padres,
a los reyes, al reino y sus ministros.
Así fueran los reyes sagrados
y sus súbditos gente virtuosa,
sigue su camino sin inmutarse.
Los discípulos de Buda
están siempre despiertos,
y vigilan día y noche
meditando en su maestro.
Despiertos para siempre
con la mente en el camino de la ley.
Despiertos para siempre
recuerdan la santa hermandad.
Despiertos para siempre
recuerdan los misterios de su cuerpo.
Despiertos para siempre
encuentran la felicidad en todos los seres.
Despiertos para siempre
se deleitan en la meditación.
Es duro vivir en el mundo
y es duro vivir fuera de él.
Es doloroso saberse uno entre tantos.
Y para el que transmigra...
¡Qué largo es el camino!
Que busque reposo y no sufra más.
Un hombre bueno,
un hombre de fe, honrado,
es bienvenido en todas partes.
Los hombres buenos
resplandecen a lo lejos
como los blancos Himalayas.
Mas los malvados se esconden
como flechas en la noche.
Calma, Soledad, Trabajo.
Vive feliz contigo mismo,
fuerte, libre de sufrimientos
al margen del bosque del deseo.
La traducción al castellano de estos versos pertenecientes a "La Vigilia" del Dhammapada corresponden al Sr. Alberto Blanco.