miércoles, 23 de noviembre de 2011

Hay metáforas más reales que las personas...

Hay metáforas más reales que las personas que pasan por la calle. Hay imágenes en los rincones de los libros que viven más nitidamente que muchos hombres y mujeres. Hay frases literarias que tienen una personalidad absolutamente humana. hay fragmentos de párrafos míos que me hielan de pavor, de tal modo los siento claramente como seres humanos, tan bien perfilados contra las paredes de mi cuarto, por la noche, en la sombra. ..he escrito frases cuyo sonido, leías en voz baja o en alta voz -es imposible ocultar su sonido-, es absolutamente el de una cosa que ganó exterioridad absoluta y alma por completo.

¿Por qué expongo yo de vez en cuando procedimientos contradicctorios e inconciliables de soñar y de aprender a soñar?
Porque, probablemente, me habitué de tal modo a sentir lo falso como verdadero, lo soñado tan nítidamente como lo visto, que perdí la distancia humana falsa, creo yo, entre la verdad y la mentira.
Basta que yo vea nítidamente, con los ojos o con los oídos, o con cualquier otro sentido, para que sienta que aquello fue real. Puede incluso que sienta al mismo tiempo dos cosas irreconciliables. No importa.
Hay criaturas capaces de sufir durante mucho tiempo por no serles posible el ser una figura de un cuadro o de un naipe de baraja. Hay almas sobre la que pesa como una maldición el no serles posible ser hoy personas de la edad media. Ya padecí en tiempos este sufrimiento. Hoy ya no lo padezco. Me perfeccioné hasta mucho más allá de todo eso.
Pero me duele, por ejemplo, no poder soñarme dos reyes en diferentes reinos, pertenecientes, por ejemplo, a universos con diversas especies de espacios y de tiempos. No conseguir eso me aflige realmente. Me sabe a pesar hambre.
Poder soñar lo inconcebible visualizándolo es uno de esos grandes triunfos que yo mismo, con ser tan grande, sólo raras veces alcanzo. Sí, soñar que soy, por ejemplo, simultáneamente, separadamente, inconfundiblemente, el hombre y la mujer de un paseo que un hombre y una mujer dan por la orilla del río. Verme, al mismo tiempo, con igual nitidéz, del mismo modo, sin confusión posible, ser las dos cosas con la misma integración dentro de ellas, un navío consciente en un mar del sur y una página impresa de un libro antiguo. ¡Qué absurdo parece todo esto! Pero todo es absurdo, y el sueño es todavía lo que menos lo es.


Fernando Pessoa