Y en silencio me afligía
Y llorando deseaba
De mis días ver el fin;
Sólo el miedo y la locura
Me aferraban a la tierra,
Cuando sentí de repente
Cual si una mano del cielo
La lápida levantara,
Y se abrió mi corazón.
A quién vi y a quién asida
De su mano distinguí
Que nadie me lo pregunte,
Mas yo siempre lo veré;
Sí, que de todas mis horas
Sólo aquella eternamente,
Al igual que mis heridas,
Limpia, eterna durará.
De los cantos espirituales de Novalis ( Nombre poético de Friedrich von Hardenberg, 1772/1801)
Un día que yo derramaba amargo llanto, que se desvanecía
mi esperanza resuelta en dolor, cuando estaba solitario ante
la yerma colina que en estrecho y oscuro recinto encerraba la
forma misma de mi vida - solo como nunca ningún solitario
lo estuvo - acosado por indecible angustia - ya sin fuerzas,
una imagen del desamparo y nada más - Mientras dejaba va-
gar la mirada en busca de auxilio, sin poder avanzar, sin po-
der volver atrás, y me aferraba con ansias infinitas a la vida
fugaz, evanescente, - entonces, de las azules lejanías - de las
alturas de mi antigua dicha me vino un estremecimiento ves-
peral - que rompió de golpe el lazo del nacimiento, las cade-
nas de la luz. Desvanecióse la pompa de la tierra, se disipó
con ella mi dolor - mi melancolía se fundió en un mundo
insondable y nuevo - y tú, entusiasmo nocturno, sueño del
cielo, caíste sobre mí - todo el paraje se elevó lentamente,
sobre el paraje flotaba, liberado y renacido, mi espíritu. La
colina se convirtió en una nube de polvo - a través de la nu-
be distinguí el rostro transfigurado de mi amada. La eterni-
dad reposaba en sus ojos - cogí sus manos y las lágrimas se
transformaron en una cadena inquebrantable y luminosa. Vo-
laban ahuyentados los milenios hacia horizontes lejanos, co-
mo tempestades?. Abrazado a su cuello lloré lágrimas arroba-
doras en el umbral de la vida nueva. - Fue el primero, el úni-
co ensueño - y desde entonces tengo una fe eterna, inaltera-
ble en el cielo de la noche y en su luz que es mi amada.
Poema tomado de la obra Himnos a la noche que, junto con los Cánticos espirituales están considerados como los más significativos en todo su trabajo. Creo que hoy su poesía sigue siendo tanto o más necesaria que entonces, porque como bien en algún lugar nos dice Américo Ferrari, traductor de buena parte de su obra, "Novalis significó, ya en su época, una reacción contra la despoetización de la vida y la pérdida de interés por la búsqueda de la trascendencia. Poetiza y lo ironiza todo y hace de la poesía la cifra y la medida de toda realidad. "La poesía es lo absolutamente real...cuando más poético más verdadero."
Y llorando deseaba
De mis días ver el fin;
Sólo el miedo y la locura
Me aferraban a la tierra,
Cuando sentí de repente
Cual si una mano del cielo
La lápida levantara,
Y se abrió mi corazón.
A quién vi y a quién asida
De su mano distinguí
Que nadie me lo pregunte,
Mas yo siempre lo veré;
Sí, que de todas mis horas
Sólo aquella eternamente,
Al igual que mis heridas,
Limpia, eterna durará.
De los cantos espirituales de Novalis ( Nombre poético de Friedrich von Hardenberg, 1772/1801)
Un día que yo derramaba amargo llanto, que se desvanecía
mi esperanza resuelta en dolor, cuando estaba solitario ante
la yerma colina que en estrecho y oscuro recinto encerraba la
forma misma de mi vida - solo como nunca ningún solitario
lo estuvo - acosado por indecible angustia - ya sin fuerzas,
una imagen del desamparo y nada más - Mientras dejaba va-
gar la mirada en busca de auxilio, sin poder avanzar, sin po-
der volver atrás, y me aferraba con ansias infinitas a la vida
fugaz, evanescente, - entonces, de las azules lejanías - de las
alturas de mi antigua dicha me vino un estremecimiento ves-
peral - que rompió de golpe el lazo del nacimiento, las cade-
nas de la luz. Desvanecióse la pompa de la tierra, se disipó
con ella mi dolor - mi melancolía se fundió en un mundo
insondable y nuevo - y tú, entusiasmo nocturno, sueño del
cielo, caíste sobre mí - todo el paraje se elevó lentamente,
sobre el paraje flotaba, liberado y renacido, mi espíritu. La
colina se convirtió en una nube de polvo - a través de la nu-
be distinguí el rostro transfigurado de mi amada. La eterni-
dad reposaba en sus ojos - cogí sus manos y las lágrimas se
transformaron en una cadena inquebrantable y luminosa. Vo-
laban ahuyentados los milenios hacia horizontes lejanos, co-
mo tempestades?. Abrazado a su cuello lloré lágrimas arroba-
doras en el umbral de la vida nueva. - Fue el primero, el úni-
co ensueño - y desde entonces tengo una fe eterna, inaltera-
ble en el cielo de la noche y en su luz que es mi amada.
Poema tomado de la obra Himnos a la noche que, junto con los Cánticos espirituales están considerados como los más significativos en todo su trabajo. Creo que hoy su poesía sigue siendo tanto o más necesaria que entonces, porque como bien en algún lugar nos dice Américo Ferrari, traductor de buena parte de su obra, "Novalis significó, ya en su época, una reacción contra la despoetización de la vida y la pérdida de interés por la búsqueda de la trascendencia. Poetiza y lo ironiza todo y hace de la poesía la cifra y la medida de toda realidad. "La poesía es lo absolutamente real...cuando más poético más verdadero."