Dios es el último Presente en el triple sentido del eterno Ahora de infinita presencia y absoluto don. Este Ahora es nuestra existencia misma. No tenemos miedo alguno de sustraernos a él, no importa lo que hagamos; somos siempre Ahora. Ya sea que nos hundamos en nuestros recuerdos más lejanos, o que nos entreguemos a vastas aspiraciones, seguiremos siendo siempre Ahora. Porque siempre tratamos de evadirnos, pasamos constantemente de largo por su inexpresable esplendor. Desde el momento que dejamos de intentar escapar el Ahora y nos entregamos a él por completo nos damos cuenta de que él es el trazo de unión, la identidad misma del Creador y de la creatura.
Este Ahora es el acto de amor inconmensurable por el cual Dios nos trae al mundo, se ofrece a nosotros, se transforma en nosotros segundo a segundo. Por el hecho de que somos y existimos, basta con ver la característica inevitable y ya cumplida en plenitud de este amor.
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El problema surge casi siempre cuando queremos atrapar este instante, atribuir a la unión mística un contenido calificable. La plenitud, que es espontaneidad pura, se esfuma cuando pretendemos retenerla y abrazarla. Lo que así abrazamos no es sino una imagen muerta, el cadáver de nuestra propia avidez espiritual.
Maestro Eckhart
Este Ahora es el acto de amor inconmensurable por el cual Dios nos trae al mundo, se ofrece a nosotros, se transforma en nosotros segundo a segundo. Por el hecho de que somos y existimos, basta con ver la característica inevitable y ya cumplida en plenitud de este amor.
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El problema surge casi siempre cuando queremos atrapar este instante, atribuir a la unión mística un contenido calificable. La plenitud, que es espontaneidad pura, se esfuma cuando pretendemos retenerla y abrazarla. Lo que así abrazamos no es sino una imagen muerta, el cadáver de nuestra propia avidez espiritual.
Maestro Eckhart