Señor, vino la noche; el alma es vil.
¡Grandes fueron tormenta y voluntad!
Hoy nos quedan, en el silencio hostil,
el mar universal y la saudade.
Pero la llama que creó en nosotros
la vida, si aún hay vida, no ha acabado.
La ocultó el frío muerto entre cenizas:
aún puede reavivarla el viento con su mano.
Sopla, danos la brisa -ansia o desgracia-,
con la que se remoza la llama del valor,
y otra vez conquistemos la Distancia-
la del mar u otra, ¡Pero que sea nuestra!
Poema de Fernando Pessoa
Traducción de Jesús Munárriz
¡Grandes fueron tormenta y voluntad!
Hoy nos quedan, en el silencio hostil,
el mar universal y la saudade.
Pero la llama que creó en nosotros
la vida, si aún hay vida, no ha acabado.
La ocultó el frío muerto entre cenizas:
aún puede reavivarla el viento con su mano.
Sopla, danos la brisa -ansia o desgracia-,
con la que se remoza la llama del valor,
y otra vez conquistemos la Distancia-
la del mar u otra, ¡Pero que sea nuestra!
Poema de Fernando Pessoa
Traducción de Jesús Munárriz