Liberarse del ego es algo fundamental para una vida plena.
Hemos de recordar que siempre suelo decir que un buen momento para meditar es el momento en que sufrimos. Es algo que he repetido muchas veces. En el instante en que sufrimos, podemos ver como el ego reacciona a una situación y por lo tanto la consciencia se refuerza. Con una consciencia plenamente desarrollada, los problemas y la felicidad dejan de tener sentido, solo la libertad tiene sentido y a partir de ahí existe liberación interior.
¿Cómo podemos alcanzar este estado de liberación interior? Debemos despejar todos los obstáculos, pero no realizando esfuerzos agresivos para eliminarlos. Si lo intentamos sin comprensión, sin una consciencia plenamente desarrollada, sencillamente tendremos más problemas y más obstáculos. Según el budismo, existen dos maneras de eliminar los obstáculos. Uno es entrar en absorción meditativa, el estado de Jhana en el que podemos liberarnos de los obstáculos, pero estos son únicamente suprimidos no cortados de raíz. Volverán a presentarse cuando salgamos de la absorción meditativa. La otra forma es comprendiéndolos con claridad en el momento en que aparecen. Es la vía de la introspección o visión profunda. Si leemos el Satipattana Sutta con atención sabremos como hacerlo. Este Sutta fue expuesto a los monjes a partir de la propia experiencia de Buda. Todo el mundo puede tener una experiencia personal de ello tal como la tuvo Buda.
En este Sutta se mencionan cinco obstáculos y, aunque puede haber muchos más, estos cinco los incluyen. El primer obstáculo al progreso de la meditación es el deseo de los sentidos. Lo que significa la búsqueda de la gratificación o el disfrutar mediante la imaginación, el pensamiento o mediante el diálogo interno. Cualquier satisfacción o placer obtenido por medio de los sentidos, en particular el sentido mental, tienen un activo papel en la vida, más incluso en la meditación. Cuando empezamos a meditar, la mente busca felicidad y paz, deseando disfrutar la vida espiritual y el mundo interior. Esto es lo que denominamos deseos de los sentidos, y es algo que podemos observar claramente en meditación. Pero la naturaleza de la mente superficial es tal que nunca nada le satisface. Por lo tanto la búsqueda no tendrá fin, hasta que no se elimine el obstáculo del deseo de los sentidos. El modo de eliminarlo es observándolo en el instante en que se presenta, en el preciso instante en que la mente vagabundea y busca algo. Sitúalo y obsérvalo de cerca y con detenimiento. En el instante en que lo hacemos, se detendrá y nos diremos: "no veo nada". La mente se detiene y nos engaña, por lo que hay que observar con mucho detenimiento la desaparición de esta mente.
Luego la torpeza desaparecerá paulatinamente y será sustituida por la claridad. Entonces, cuando seamos conscientes de algunas condiciones que hay detrás de una mente de esta naturaleza, se produce alerta y vigilancia.
Es muy importante que no intentemos observar solo una cosa; en este sistema de meditación hemos de contemplar todo el proceso de un acontecimiento. No se trata de un estado de distracción, sino de un estado de lucidez. En la vida no suceden cosas aisladas.
Fragmento extraído del libro "La vía del despertar" del monje Dhiravamsa.