Por Swami Shivapremananda
Criticando a una persona se la empeora; en cambio, manifestándole algo que tenga de bueno, se le hará nacer la confianza en sí misma, pensará menos en sus defectos y más en sus cualidades, y el reconocimiento visto por el ojo ajeno le ayudará a fomentar esas cualidades, en el proceso de corregir sus errores. Generalmente vemos la gente a la luz de nuestra propia subjetividad. Nos anteponemos al otro individuo y pretendemos haberlo comprendido, pero lo vemos como desearíamos y quisiéramos que fuera; debemos tomarnos la molestia de tratar de comprender cómo es él realmente.
Se puede rechazar la acción de una persona, pero no rechazar al hombre; a éste hay que tratar de entenderlo e indagar los motivos que lo indujeron a tal acción. Si alguien quiere disciplinarse, debe tener un ideal y amar ése ideal que es el aliciente. Sin crear inspiración, sin crear comprensión, no puede producirse sublimación, no puede haber armonización.
Vivimos en un mundo de dualidad. Siempre existirá felicidad e infelicidad. A la oscuridad sigue el amanecer, pero el amanecer no perdura siempre, viene el día, el día va hacia el crepúsculo y luego viene la noche. Aprendamos a aceptar la vida con calma y fortaleza, firmeza y valentía, porque en nuestro interior mora el espíritu. Nada puede sucedernos que no haya sido considerado bueno por la voluntad divina. Sin dominio sobre nosotros mismos seremos zarandeados de acuerdo a la reacción de la gente o a las circunstancias. Autocontrol no significa represión sino sublimación, contacto con el espíritu interior. Con represión no alcanzaremos el control, sino aumentaremos las dificultades.
El cometer una acción se siembra algo; al repetirla muchas veces se cosecha un hábito. Si cultivamos un hábito cosecharemos un carácter que luego se transformará en destino. De manera que el destino inmediato está ya perfilado por nuestro pasado, pero nuestro destino futuro está realmente en nuestras manos y puede ser modelado por nuestro pensamiento.
La conformidad produce hábito, falta de profundidad en nuestros sentimientos. La verdad para ser verdad, debe promover comprensión, la cual produce integración.
Cuando se está dispuesto a aceptar las cosas como son y no con juicios preconcebidos de cómo debieran haber sido, se les puede hacer frente mejor.
La humildad es la mezcla de sentimientos altruistas y de comprensión hacia los demás.
Un hombre sabio dijo:
Jamás he encontrado una persona que me haya molestado más que yo mismo.
El mal uso de la grandeza es no saber esconerla.
Se pierden las ilusiones cuando se busca la realidad.
Filosofía es la búsqueda de la verdad.
Religión es amor a esa verdad.
Filosofía es un anhelo por saber.
Religión es un anhelo por sentir.
Filosofía es mente.
Religión es corazón.
Ambas exigen compromiso.
Cuando se hace algo lamentándose o considerándolo un sacrificio, la acción pierde su valor y no hay recompensa: cuando se está muy consciente del valor de una acción, ese valor se anula.
Criticando a una persona se la empeora; en cambio, manifestándole algo que tenga de bueno, se le hará nacer la confianza en sí misma, pensará menos en sus defectos y más en sus cualidades, y el reconocimiento visto por el ojo ajeno le ayudará a fomentar esas cualidades, en el proceso de corregir sus errores. Generalmente vemos la gente a la luz de nuestra propia subjetividad. Nos anteponemos al otro individuo y pretendemos haberlo comprendido, pero lo vemos como desearíamos y quisiéramos que fuera; debemos tomarnos la molestia de tratar de comprender cómo es él realmente.
Se puede rechazar la acción de una persona, pero no rechazar al hombre; a éste hay que tratar de entenderlo e indagar los motivos que lo indujeron a tal acción. Si alguien quiere disciplinarse, debe tener un ideal y amar ése ideal que es el aliciente. Sin crear inspiración, sin crear comprensión, no puede producirse sublimación, no puede haber armonización.
Vivimos en un mundo de dualidad. Siempre existirá felicidad e infelicidad. A la oscuridad sigue el amanecer, pero el amanecer no perdura siempre, viene el día, el día va hacia el crepúsculo y luego viene la noche. Aprendamos a aceptar la vida con calma y fortaleza, firmeza y valentía, porque en nuestro interior mora el espíritu. Nada puede sucedernos que no haya sido considerado bueno por la voluntad divina. Sin dominio sobre nosotros mismos seremos zarandeados de acuerdo a la reacción de la gente o a las circunstancias. Autocontrol no significa represión sino sublimación, contacto con el espíritu interior. Con represión no alcanzaremos el control, sino aumentaremos las dificultades.
El cometer una acción se siembra algo; al repetirla muchas veces se cosecha un hábito. Si cultivamos un hábito cosecharemos un carácter que luego se transformará en destino. De manera que el destino inmediato está ya perfilado por nuestro pasado, pero nuestro destino futuro está realmente en nuestras manos y puede ser modelado por nuestro pensamiento.
La conformidad produce hábito, falta de profundidad en nuestros sentimientos. La verdad para ser verdad, debe promover comprensión, la cual produce integración.
Cuando se está dispuesto a aceptar las cosas como son y no con juicios preconcebidos de cómo debieran haber sido, se les puede hacer frente mejor.
La humildad es la mezcla de sentimientos altruistas y de comprensión hacia los demás.
Un hombre sabio dijo:
Jamás he encontrado una persona que me haya molestado más que yo mismo.
El mal uso de la grandeza es no saber esconerla.
Se pierden las ilusiones cuando se busca la realidad.
Filosofía es la búsqueda de la verdad.
Religión es amor a esa verdad.
Filosofía es un anhelo por saber.
Religión es un anhelo por sentir.
Filosofía es mente.
Religión es corazón.
Ambas exigen compromiso.
Cuando se hace algo lamentándose o considerándolo un sacrificio, la acción pierde su valor y no hay recompensa: cuando se está muy consciente del valor de una acción, ese valor se anula.