Es fácil referirse a un hecho que precede a otro en el tiempo
y definir al primero como la causa y al segundo como el efecto. Quizá sea difícil refutar semejantes definiciones, pero ello no asegura
su validéz. A veces tales combinaciones se presentan como de sentido común cuando se trata de mera estupidéz convertida en mala costumbre.
de: Zen sin maestros