lunes, 25 de marzo de 2013

Despertar a la sensibilidad

por Miguel Fochesatto

En estas pláticas, ofrecidas por Krishnamurti entre 1981 y 1982, nos muestra de una manera clara y contundente cual es nuestra situación actual. Nos señala, nos ayuda a reconocer la brutalidad del mundo de la cual también nosotros tenemos nuestra cuota de responsabilidad, porque como siempre nos dice..."nosotros somos el mundo". 
De nosotros depende que la violencia (en cualquiera de sus aspectos) siga creciendo o que disminuya.  Nos invita a indagar, a vernos una y otra vez, a conocernos como somos realmente y despojarnos de la idea de lo que creemos ser; a ser testigos de la imagen que tenemos de nosotros mismos, en general, una imagen absolutamente condicionada, enmascarada, fundamentalmente construida  por nuestra educación, muy abundante y rígida en conceptos preestablecidos. Estamos tan identificados con nuestra imagen, "Tal como un niño queda absorto en un juguete" por ponerlo con sus palabras. 
Es evidente que no nos cuestionamos, y por lo tanto, no podemos aprender. Vivimos imitando. Vivimos tan hipnotizados, tan apegados a cualquier cosa que raramente pensamos en la posibilidad de que podríamos vivir esta vida desde otra perspectiva. Cómodamente establecidos, vivimos la vida de otros, nuestra vida está programada por otros, y nosotros obedecemos porque no queremos aprender, somos perezosos y cobardes, preferimos meramente seguir el programa que se nos ha asignado. 
Con sus palabras, K. nos insta a que aprendamos  a través de la observación de nosotros mismos, de nuestra propia mente, de nuestros sentimientos, de nuestras acciones; a observarnos sin crítica alguna. Nos invita a trabajar de una manera bien determinada, ordenada, para que nuestra mente se convierta en un instrumento activo, en una mente siempre flexible y creativa.  
Es sabido que cuando hay sometimiento hay violencia, nuestra mente se torna torpe, estúpida y llena de prejuicios. K. directamente atribuye este comportamiento al hecho de que somos negligentes. Particularmente entiendo que no aprendemos porque no nos observamos ni con la disciplina, ni con la constancia que se requiere para este trabajo interior que nos solicita. Quizás sea porque tenemos miedo. En realidad es que disponemos de una gran cantidad de energía que generalmente malgastamos, y que necesitamos para darnos cuenta del mundo particular en que vivimos, del cual nos hicimos más que cómplices. Es cierto que desde un punto de vista desperdiciamos nuestras vidas, pero también es un hecho de que podemos cambiar el rumbo y vivir una vida con más consciencia. Si nos animamos en este nuevo camino, nuestra vida puede adquirir un nuevo sentido, una gran significación. Puede ser la gran oportunidad para comprender, por dar un ejemplo, que la justicia no existe. Que lo que verdaderamente existe es la compasión, esa compasión que nace cuando hay libertad completa y absoluta, libre de todo condicionamiento.
Pero en general las personas buscan seguridad, y nos apegamos, nos aferramos a nuestra tradición, a las ideas, a los conceptos, etc. , por más irracionales, que sean. K. sentencia: "Donde hay compasión, donde existe esa inteligencia, no hay problema alguno de seguridad".  
Ser libres tiene un costo, un alto costo!!! pero es un costo realmente barato...la dependencia es mugre,  es amiga de lo que se llama "locura normal", formalmente aceptada, a la cual estamos tan habituados. Se ha transformado en nuestra manera de vivir. Por eso en varios pasajes del libro se puede leer entre lineas, que lo que K. claramente nos sugiere, es limpiar todos los pensamientos, buenos y malos, son todos basura y ocupan un espacio inmenso en nuestro interior. En realidad son basura en el sentido, de que simplemente somos víctimas de ellos, no tuvimos opción para elegirlos, ni la libertad para escogerlos, nos fueron impuestos, entraron violentamente en nuestra mente, y literalmente en nuestra vida. Esta adaptación psicológica es casi un acto criminal, porque puede terminar con la posibilidad de que algún día podamos llegar a ser libres. 
Rendimos un extremado culto a eso que ha inventado el pensar, y K. nos invita a que veamos la ironía, el engaño, y la deshonestidad que esto implica y se pregunta: ¿Existe algo inmutable, sagrado, absolutamente puro, no contaminado por ningún pensamiento, por ninguna experiencia?, y en otro momento creo se contesta: "La belleza está donde "uno" no está. La esencia de la belleza es la ausencia del Yo".
Nuestro interior tiene que ser silencioso, tiene que estar relajado, en un estado meditativo, como algo parecido a la muerte. Y desde ahí, presiento, está la posibilidad de volver a nacer, de estar más vivos que nunca!, de ser creativos, de ser reflexivos, de vivir una vida más digna, como sugiere K.: "de vivir sin una sola creencia, y no tener jamás una imagen de sí mismo. Ésa es la verdadera libertad", una libertad, a la que se puede acceder, según mi parecer, siendo perseverantes, totalmente sinceros y honestos en este trabajo interior tan maravilloso como es la práctica de la observación (la llama de la atención según K.).
La lectura de este libro ha dejado en mí, una fuerte impresión. Siempre vuelvo a él, una y otra vez.

M.F.






miércoles, 20 de marzo de 2013

VENCER LOS OBSTÁCULOS

"Cada uno está listo para ver la paja en el ojo ajeno. Todos estamos ciegos a nuestras peores faltas. Si un hombre es sincero consigo mismo, se pone en el lugar del otro y sabe que él mismo no es mejor, trate de ayudar a otro. Pero tal como la gente es ahora, se obstruyen el uno al otro y se desprecian. Además, un hombre no puede ayudar a otro, no puede elevar a otro, porque ni siquiera puede ayudarse a si mismo."
"El camino es duro, a cada paso el ascenso es más y más empinado, y así continúa, pero la fuerza de uno también aumenta. El hombre se templa, y con cada paso ascendente su perspectiva se vuelve más amplia." 
"Sólo al vencer los obstáculos un hombre puede desarrollar en sí mismo las cualidades que necesita."

G. I. Gurdjieff

La parábola del águila

Era una vez un hombre que, mientras caminaba por el bosque, encontró un aguilucho. Se lo llevó a su casa y lo puso en su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que los pollos y a conducirse como éstos. Un día, un naturalista que pasaba por allí le preguntó al propietario por qué razón un águila, el rey de todas las aves y los pájaros, tenía que permanecer encerrada en el corral con los pollos.
  - Como le he dado la misma comida que los pollos y le he enseñado a ser como un pollo, nunca ha aprendido  a volar -respondió el propietario-. Se conduce como los pollos y, por tanto, ya no es un águila.
  - Sin embargo -insistió el naturalista-, tiene corazón de águila y, con toda seguridad, se le puede enseñar a volar..
  Después de discutir un poco más, los dos hombres convinieron en averiguar  si era posible que el águila volara. El naturalista la cogió en brazos suavemente y le dijo: "Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela".
  El águila, sin embargo, estaba confusa: no sabía que era y, al ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
  Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al águila al tejado de su casa y le animó diciéndole:   Eres un águila. Abre las alas y vuela". Pero el águila tenía miedo de su "yo" y del mundo desconocido y saltó una vez más en busca de la comida de los pollos.
  El naturalista se levantó temprano el tercer día, sacó al águila del corral y la llevó a la montaña. Una vez allí, alzó al rey de la aves y le animó diciendo: "Eres un águila. Eres un águila y perteneces tanto al cielo como a la tierra. Ahora, abre las alas y vuela".
  El águila miró alrededor, hacia el corral, y arriba, hacia el cielo. Pero siguió sin volar. Entonces, el naturalista la levantó directamente hacia el sol: el águila empezó a temblar, a abrir lentamente las alas y, finalmente, con un grito triunfante, voló alejándose en el cielo.
  Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nostalgia: hasta es posible que, de cuando en cuando, vuelva a visitar el corral. Que nadie sepa, el águila nunca ha vuelto a vivir vida de pollo. Siempre fue un águila, pese a que fue mantenida y domesticada como pollo.

James Aggrey

lunes, 11 de marzo de 2013

¿QUIEN SOY YO?

por Daehaeng Kun Sunim

En primer lugar, uno debe conocerse bien a sí mismo. ¿Quién soy yo?, ¿qué soy yo?, éstas preguntas son muy importantes. Y aunque se pueda pensar que uno es simplemente uno y qué otra cosa podría ser..., no se trata de una cuestión tan simple. ¿Dé dónde vengo yo? Si respondiera que uno proviene de sus padres, eso significaría que se formó de la combinación del espermatozoide del padre junto con el ovocito de la madre, ¿pero soy sólo una mera combinación material (biológica)? No, no es así. Existe un verdadero yo que no es una combinación material. Entonces, ¿de dónde viene ese verdadero yo? Ésa es una cuestión fundamental que debemos resolver.
El mundo sucedió luego del nacimiento de uno. Este mundo surgió a partir de uno mismo, la familia surgió a partir de uno mismo, el otro surgió desde sí mismo y con el nacimiento de uno, todo este mundo, todo el universo sobrevino. Dejando de lado al yo, ¿a qué podrá llamar mundo, verdad y enseñanza? Por ello, uno debe conocer al verdadero aspecto de sí mismo, a la genuina raíz y semilla de sí mismo.
¿Qué es aquello que, de acuerdo a la situación y a la persona, ve, escucha, se sienta, se levanta, habla y responde clara y perfectamente en cualquier momento y en cualquier lugar?

Se dice que conocer la raíz del ser humano es difícil porque no posee forma. No obstante, aunque la raíz de un árbol no esté a la vista, nadie niega la existencia de la raíz. Pueden ustedes afirmar que su raíz, que su origen no existe, ¿solamente porque éste no es visible? Un arquitecto puede construir una casa de la forma que quiera, pero los seres humanos no pueden hacerlo así. No pueden determinar la clase de niño al que quieran tener. Fueren los padre que fueren, no pueden tener hijos de la misma forma que un arquitecto construye una casa.
Entonces, ¿Quién me diseñó? ¿Quién soy yo realmente? Nosotros no debemos dejar de conocer el secreto de la vida que surge en estas preguntas.

domingo, 10 de marzo de 2013

LA COMPASIÓN

La compasión y el amor son muy preciosos en la vida. Carecen de complicación. Son sentimientos sencillos, pero difíciles de aplicar.
La compasión puede ponerse en práctica si reconocemos el hecho de que cada ser humano es un miembro de la humanidad y de la familia humana, al margen de la religión, cultura, color y credo que tenga. En el fondo no hay ninguna diferencia.
Si sientes amor y compasión hacia todos los seres sintientes, en particular hacia tu enemigo, eso es el amor y la compasión verdaderos. Ahora bien, la clase de amor o compasión que sientes por tus amigos, tu esposa y tus hijos no es en esencia una real bondad, sino apego. Esa clase de amor no puede ser infinito.

Dalai Lama

"El origen de todo gozo en este mundo es la búsqueda de la felicidad de los otros; el origen de todo sufrimiento es la búsqueda de mi propia felicidad".

En este valle de lágrimas, el deber de la compasión nace de la comprensión del sufrimiento. Principio dinámico y generoso de la realización espiritual, precepto fundamental del budismo y más aún para los seguidores del Gran Vehículo, el acto de compasión es una virtud suprema. El ideal de compasión pone freno a los sentimientos egoístas de un yo poco moderado. La compasión, más allá de la simpatía y la empatía, es el poder salvador de compartir el sufrimiento del otro, de aliviar, de liberar y de reconfortar sin hacer excepciones, entre el próximo y el enemigo. El otro es idéntico a sí mismo. El amor reduce el miedo a la nada y se convierte en compasión ante el dolor. En lugar de mirar por su propia persona, el acto de abnegación pavimenta el sendero búdico. Ayudar, dar, servir al prójimo sin orgullo ni sentimiento de superioridad moral, sin propasarse y sin precipitarse, todo esto participa en la apertura protectora del espíritu sobre el mundo exterior. "Elixir supremo", "esencia del despertar", la compasión expresa el cumplimiento de un estado de unión con todo lo que vive. Fuente de curación existencial, la energía del corazón disipa la ignorancia.

Jean-Luc Toula-Breysse

viernes, 8 de marzo de 2013

SABIDURÍA ZEN

La mente que está siempre de tu lado no es tu mente;
es la mente universal, siempre la misma, y no es diferente
de la mente de otra persona.
Es la mente del Zen: la gran mente.

Si tienes hambre, como tu arroz;
si estás cansado, cierra los ojos.
Los tontos pueden reírse de mí,
pero los sabios comprenderán 
de que estoy hablando.

Un tonto se ve a sí mismo como otro.
Un sabio ve a los otros como sí mismo.

El conflicto entre el pro y el contra:
He aquí la gran enfermedad del alma.

jueves, 7 de marzo de 2013

LA CONSIDERACIÓN INTERIOR Y EXTERIOR

La consideración interior es señal de debilidad interior, y se debe a menudo en su mayor parte a nuestro temor hacia otra gente. Es asombroso ver lo que nos atemorizan a nosotros, seres humanos, nuestros semejantes. Controlados y cegados como lo estamos por estas compulsiones interiores, sería absurdo, por lo tanto, que nos imagináramos que en nuestro nivel común de ser somos capaces de comprender a otras personas, y ni hablar de proporcionarles ayuda alguna. No podemos ni siquiera ver a la otra persona tal como es, sino sólo como aparece a través de los vidrios deformantes de nuestros variados gustos y rechazos, prejuicios y aversiones. Nadie es capaz de penetrar en otra persona ni corresponderla, a menos que haya penetrado antes en sí mismo y se haya comprendido a sí mismo; y aun cuando posea este conocimiento de sí, un hombre puede frecuentemente cometer errores. Todavía me siento apabullado ante lo poco que soy capaz de ver de la persona con quien estoy hablando, y de mi incapacidad para sentirla. Conversamos juntos y hasta de cosas íntimas, pero como completos extraños entre nosotros.
La consideración exterior es precisamente lo opuesto a la consideración interior, y sería el justo antídoto para esta última, sólo con que pudiéramos ingeniarnos para producirla cuando es necesaria. Pero la consideración exterior es una faena extremadamente difícil, tan difícil de producir en nosotros mismos como lo es la autorecordación. Exige una actitud y una relación enteramente distinta hacia la gente, es decir, una preocupación por su bienestar, en lugar del nuestro. El hombre que considera lo exterior hace lo posible por comprender  a la otra persona y ver cuáles son sus necesidades, y solamente puede proceder de ese modo cuando deja completamente de lado sus propias necesidades. La consideración exterior exige del hombre que la practica mucho conocimiento y otro tanto de control de sí mismo, y esto significa que nunca puede ocurrir automáticamente en estado de sueño, sino que es necesario un estado que se aproxime a la autorecordación. Ninguna persona que considera lo exterior puede jamás hablar a otra persona "por su bien", o para "ponerlo bien", o para "explicarle su propio punto de vista", pues la consideración exterior no formula demandas ni tiene requisitos que no sean los de la persona a quien uno se dirige.
No permite ningún pensamiento de superioridad por parte de la persona que está considerando en lo exterior, pues lo que ésta trata de hacer es colocarse en el lugar del otro hombre con el fin de poder descubrir sus necesidades. Esto hace necesario el abandono de hasta el último vestigio de autoidentificación y, a fin de que la otra persona pueda ser vista tal como verdaderamente es, los deformantes anteojos de la personalidad, con todos sus gustos y rechazos subjetivos, tienen que ser dejados de lado a fin de poder enfocarla en forma tan objetiva como sea posible.

P. D.Ouspensky

La actitud correcta -fragmento-

Para tener una actitud correcta hacia las cosas, debemos aprender a pensar de un modo diferente, y a tener pensamientos más largos. Cada uno de nuestros pensamientos es demasiado corto. Hasta que no se tenga experiencia a partir de nuestra propia información de la diferencia entre pensamientos largos y cortos, esta idea no significará nada.
Mientras permitamos a nuestro pensamiento depender enteramente de asociaciones habituales no mejorará; pero si introducimos nuevos puntos de vista, podemos crear nuevas asociaciones. Por ejemplo, estamos acostumbrados a pensar en términos absolutos -todo o nada-, pero es necesario comprender que cualquier cosa nueva llega al principio en chispazos. Llega, y después desaparece. Sólo después de un cierto tiempo estos chispazos se tornan largos y después más largos, y usted los puede ver y darse cuenta de ellos. Nada llega inmediatamente en forma completa. Todo lo que puede ser adquirido llega, luego desaparece, viene de nuevo, de nuevo desaparece. Después de largo tiempo vuelve y permanece un poco, de modo que se le puede dar un nombre, percibirlo. No quiero dar un ejemplo porque podría conducir a imaginaciones. Todo lo que puedo decir es que, por ejemplo, mediante ciertos esfuerzos de autorecuerdo se podrían ver ciertas cosas que no se perciben ahora. Nuestros ojos no son tan limitados como pensamos. Hay muchas cosas que se pueden ver pero no notar. No podemos percibir distintamente hasta que no pensamos distintamente. Tenemos control sólo sobre los pensamientos; no tenemos control sobre la percepción. La percepción no depende de nuestro deseo o decisión, depende en particular de nuestro estado de conciencia, de nuestro estar más despiertos. Si uno despierta por suficiente tiempo, digamos por una hora, puede ver muchas cosas que no ve ahora.

P. D. Ouspensky

LA MEDITACIÓN BUDISTA

La comprensión es el fruto de la meditación. Cuando practicas el observar profundamente la esencia de la realidad, recibes ayuda, comprensión y sabiduría, todo lo cual te hace libre. Si dentro de ti hay un profundo sufrimiento, debes meditar.
Meditar no es intentar huir o ignorar la presencia del sufrimiento, sino al contrario, es mirarlo cara a cara. Has de acostumbrarte a observar directamente la naturaleza de ese sufrimiento, porque para los budistas somos felicidad y sufrimiento, conocimiento e ignorancia al mismo tiempo.
Meditar no es transformarse uno mismo en un campo de batalla en el que un bando lucha contra el otro, donde el bien lucha contra el mal. La meditación budista no consiste en esto, sino que se basa en el principio de la no dualidad. Y esto significa que si somos plenamente conscientes, si somos amor, también somos ignorancia y sufrimiento, y no hay ninguna razón para reprimir ninguna de estas energías.

Thich Nhat Hanh



miércoles, 6 de marzo de 2013

PLENA CONSCIENCIA PRESENTE


Plena consciencia presente


Deja que tu plena consciencia presente simplemente se despliegue,
sin elaboración alguna.
No trates de mejorar su frescura.
Que ningún recuerdo pasado,
ni ningún plan futuro,
te mantenga ocupado
inmerso en una dualista apreciación del presente.
No te centres en nada como objeto de meditación.
Permanace totalmente libre,
vividamente claro,
completamente despierto.

Tsoknyi Rimpoche

PRANA


Prana


El hombre no tiene un Cuerpo diferente del Alma,
pues lo que llamamos Cuerpo es una porción del Alma
discernida por los cinco Sentidos,
los principales canales de entrada del Alma es esta edad.

La energía es la única vida, y es del Cuerpo;
y la razón es el límite o circunferencia
externa de la energía.
La energía es eterno regocijo.

William Blake

La fuerza de la atención


La atención es el medio más esencial para revelarle al hombre sus energías dormidas.

Cada vez que uno es testigo del estado del cuerpo, de la interrelaciòn del pensamiento y sentimiento, hay un indicio aunque leve, de otra corriente de energìa.
A través del simple acto de atender, uno inicia una nueva alineación de fuerzas.
El mantenimiento de una atención conciente no es fácil. El movimiento, las obligaciones de la existencia cotidiana constantemente distraen.
Sin base de operaciones, sin hogar en el propio organismo, la atención sirve a pensamientos, sentimientos y apetitos accidentales que entran en conflicto y se tiranizan entre si.


William Segal

martes, 5 de marzo de 2013

La comprensión de lo que somos



¿Cómo podemos saber lo que realmente somos si no meditamos?

Meditar no es simplemente sentarse tranquilamente, sin hacer nada esperando lo mejor; ello es simplemente pensar sobre la meditación. Meditar es acabar con la vana esperanza. No debemos esperar nada o desear nada, si no fracasaremos en nuestra meditación. La esperanza y las expectativas son los principales obstáculos para el progreso de la visión profunda en la vía espiritual. ¿Podemos vivir sin nuestras expectativas? Sí, podemos vivir con mucha felicidad y con mucho éxito. Si nos creamos expectativas, tal vez no consigamos lo esperado. Es mejor vivir la vida plenamente en el presente, de instante en instante. Tal vez tengamos planes, pero deben ser flexibles. No deben ser fijos o definitivos, puesto que todo  cambia. Debido a que las cosas seguirán cambiando en el mundo de los fenómenos debemos ser capaces de adaptarnos; estar dispuestos a inclinarnos sin rompernos.

No son solo palabras, sino algo que hay que vivir. Creo que existen evidencias para decir que la mayoría de las personas en realidad no viven: simplemente existen. existimos en el mundo, el mundo de los negocios y el mundo de la religión, y estamos confundidos por vivir en tantos mundos de experiencia. En la vida nos topamos con vicisitudes. Las cosas que experimentamos en la vida nos trastornan, nos hacen desdichados o nos agradan. Esto constituye la existencia.
Pero vivir es distinto de existir. En el vivir uno está despierto a todas las circunstancias de la vida. No podemos estar tan vivos si no aceptamos los hechos de la vida cambiante, acompañada de su falsedad e irrealidad.
Vivir es gozar constantemente  de una plena consciencia de las cosas, puesto que al ser conscientes y estar atentos tenemos libertad, claridad, alerta y vigilia. Todo aquello que se nos presenta a la vista lo comprendemos tal cual es, lo que nos conduce a la comprensión de lo que somos. Entonces podemos afrontar todas las cosas en paz y felizmente, puesto que nuestro mundo interior se purifica y está libre de obstáculos.
Existe equilibrio interior y felicidad sin apego a la felicidad. Si nos apegamos a la paz, dejamos de estar en paz y estamos distraídos en algún sitio pensando en la paz.
El conocimiento analítico es la vía de la libertad con respecto a los acontecimientos exteriores. Las cosas o experiencia externas, si las analizamos en sus aspectos de ir y venir, nacer y desaparecer, entonces se contemplan como acontecimientos pasajeros que nos conducen a liberarnos del apego. Pero si no podemos analizar los cambios físicos y mentales o las experiencias vitales, no podemos conseguir claridad y por el contrario nos vemos atados a las satisfacciones, placeres, o infelicidad y penas. Carece de sabiduría el estar atado a algo común a la vida. Lo sabio es ser libre. Lo que no significa que no debamos disfrutar de nada en la vida.
En realidad, podemos conservar todo lo que no es perjudicial ya sea para ti o para los demás. Lo fundamental es la libertad interior. De este modo podemos observar serenamente la incomodidad o la comodidad, o todo aquello que pase e el mundo interno o externo.
En meditación, el conocimiento analítico es muy útil cuando la mente se estanca, puesto que cuando alcanzamos algunos estados de meditación surge un estado de mente estancada, antes de que pasemos a la paz y a la tranquilidad. 
...
Fragmento del libro "La vía del despertar" del monje Dhiravamsa. La traducción es de Fernando Pardo. Esta edición en castellano está editada por Los libros de la liebre de marzo.

Es un libro que recomiendo especialmente a todos aquellos que quieran acercarse a la práctica de la meditación. En él uno puede experimentar una aproximación más que justa a temas a veces no tan bien abordados como el de la atención, la concentración, la observación, el desapego y la consciencia. Si bien el texto rebosa y brilla de claridad intelectual y el autor jamás descuida el hecho de que siempre tengamos presente el fin último de la práctica constante. Un libro esencialmente práctico que trata de acompañarnos en las diferentes etapas o niveles para ayudarnos a comprender en cierta medida lo que vamos experimentando.
En este libro hay un capítulo, a mi manera de entender, fundamental, en donde explica brillantemente como comprender el proceso del condicionamiento. Es extraordinariamente esclarecedor.


Miguel Fochesatto