por Miguel Fochesatto
Vive, dices en el presente;
Vive sólo en el presente.
Pero yo no quiero el presente, quiero la realidad;
Quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide.
¿Qué es el presente?
Es una cosa relativa al pasado y al futuro.
Es una cosa que existe en virtud de que otras cosas existen.
Yo sólo quiero la realidad, las cosas sin presente.
Fernando Pessoa
Leer algo de nuevo. Releer por ejemplo, a los grandes poetas, a los acaso ya antiguos poetas que tanto tienen que decirnos. Los poetas "del pasado" vienen a decirnos cosas nuevas, cosas de la que todavía quizás algunos, no estamos preparados para escuchar.
El tiempo puede pasar, pero, no ofrece ninguna garantía de que adquiramos una mayor comprensión de los hechos.
Casi siempre escucho que hay leer y porqué no, releer, tal o cual cuento, novela..., pero pocas o casi ninguna, que haya que releer a los poetas. Y creo, que especialmente los poetas, tienen mucho para decirnos porque el poder de su síntesis tiene una gran significancia. Nos exigen un serio ejercicio de atención, de trabajo para desarrollar en nosotros una atención especial, a veces, activa y pasiva al mismo tiempo. El tiempo es en este instante, en este momento, en este instante que ya se fue para ceder el espacio a otro. Hablando con sinceridad, siento que tenemos que ser cóncavos, ser capaces de recibir, de estar vacíos al releer, ser como una hoja en blanco para dejar que el poema se escriba en mí, y quizás con esta actitud pueda llegar a estar atento, activo en todas las direcciones posibles, listos para aprender, para mantener un dialogo respetuoso. En mi manera de ver, los poemas de los grandes poetas, tuvieron y tienen algo para decirnos, su sabiduría es perenne, y su letra no está muerta, como sostienen algunos críticos. Los casi muertos somos nosotros que la mayoría de las veces cuando captamos algo, como estamos tan involucrados con nosotros mismos, leemos e interpretamos desde nuestro “yo” personal, reactivo y muchas veces agresivo, más ocupado en desacreditar que en descubrir realmente lo que se está diciendo. En algún nivel, todavía somos muy competitivos. Todo es visto y vivido desde mi pequeño mundo.
Montale no está muerto, todavía nos dice…
”La vida oscila
Entre lo sublime y lo inmundo
con cierta propensión
a lo segundo”
Y en muchos sentidos, como nos cuenta Montale, la vida nos sigue mostrando este rostro. Es algo sabido que solamente depende de nosotros: nuestra actitud es la que define el entendimiento, de cómo nos acercamos a la lectura, si vamos al encuentro o vamos al choque con todos nuestros prejuicios, con nuestro ruido mental, con toda la basura y suciedad acumulada en nuestra mente, que protegemos con tanto cuidado.
Tanto otros, como yo mismo, sabemos que se puede releer un poema como si fuera por primera vez. Si nos preparamos de antemano, podemos descubrir con sorpresa que, en un poema que creíamos terminado, todavía tiene mucho para decirnos, que tiene muchos matices, que tiene más de un color, que hay muchas fragancias por descubrir, para acrecentar y renovar nuestra comprensión.
Sé por propia experiencia, que podemos abandonar por un rato esa propensión a lo inmundo para maravillarnos ante lo sublime!!!. Podemos y debemos! intentar trabajar sin descanso, constantemente en nuestro interior, para hallar ese equilibro tan necesario para poder acercarnos a una calidad de vida más deseable. Este equilibro no es algo que uno pueda alcanzar facilmente, exige un trabajo continuo, permanente, no es algo barato, no es una mercancía que uno pueda encontrar en cualquier lado; la mayoría de las veces es escurridizo, inasible, y por esto, para conectarnos con él, necesitamos trabajar interiormente, poniendo todo nuestro esfuerzo y atención.
Hay tanta poesía que está esperando por nosotros..., por ejemplo, podemos releer a Holderlin y dejarnos contagiar de su delicadeza y de su arte alquímico de transformar la oscuridad y las sombras en sitios llenos de luz.
El acto de releer puede vivificarnos, apaciguarnos de esta ansiedad cultural perniciosa, en el sentido de que uno siempre uno tiene que estar “actualizado” por temor a vivir al margen. Es increíble la energía que perdemos en esta sed de lo nuevo!!!,... Podemos poner un palo en la rueda, detener esta maquinaria por un momento y relajarnos.
En el acto de releer, nos podemos animar a abrir nuestro corazón. Releer hasta puede ser un acto de humildad, un acto puro y liberador como el de saber y reconocer íntimamente de que no lo hemos comprendido todo, y que todavía disponemos de un espacio en blanco para nuevas impresiones. Yo me pregunto,…esta actitud, no es también una forma de respeto y consideración hacia el autor?
Frente al poema que hemos leído una y otra vez, podemos volver a maravillarnos, y esto es una posibilidad que se da cuando uno está con una mente abierta, cuando no cubrimos nuestra innata capacidad de asombro con una absurda e innecesaria corteza, casi en todos los casos muy resistente...no sea cosa que nos volvamos vulnerables. Así como no tenemos miedo de lo "nuevo" conocido, en general tenemos terror de lo "nuevo" desconocido. Caminar en aguas desconocidas puede abrirnos los ojos y hasta puede ser un impulso sagrado.
Eureka!!! Puedo volver a empezar…
En muchos aspectos, hace tiempo que vivimos dentro de la comodidad de nuestro propio propio ataud, siempre presto para ofrecernos “una buena vida” llena de seguridad y tranquilidad.
En algún lugar estamos felices de estar así, profundamente dormidos e identificados con los programas sociales preestablecidos para ser insertados en una comunidad autómata, enferma de tanta hipocresía, de tanta maldad e injusticia, con tanta ambición de poder y destrucción, con el único lema casi religioso, de “yo me tengo que salvar” sin importar nunca la gravedad del costo que implica una actitud tan egoísta.
Cierta poesía es iluminadora: nos invita a que seamos más activos, más reflexivos, nos acerca un poco más a la realidad, a esta realidad de la que tanto huimos para refugiarnos vaya a saber uno en que mar de ilusiones. Con amabilidad y cortesía podríamos renunciar a nuestro pensamiento polarizado y por ende violento, para dar lugar a uno más amable, conciliador, que seguramente nos va a ayudar a trascender un mundo impregnado de tantos sueños viajando a la deriva, para acercarnos con un amor incondicional a la realidad.
Uno de las poesías que frecuentemente releo con esperanzas renovadas y que quiero compartir, es la del enorme poeta Gunnar Ekeöf :
En los muertos vive una idea de belleza
Sí en sus muertas vidas vive un sueño de belleza
Aquel que no ha visto o sentido lo terrible
que es esta siniestra vida a la que hemos nacido-
tampoco tiene ningún sueño de belleza
tampoco ha visto el resplandor de la luna en el río
como una visión, como un sueño de belleza
Tampoco ha sentido el ansia de zambullirse tras la luna
de soñar con la muerte, de contemplar en sueños visiones
de belleza
de frescor felicidad vida enamoramiento y un amor
que es belleza
En esta crueldad que es nuestra vida
el amor es el sueño de belleza
Miguel Fochesatto
Vive, dices en el presente;
Vive sólo en el presente.
Pero yo no quiero el presente, quiero la realidad;
Quiero las cosas que existen, no el tiempo que las mide.
¿Qué es el presente?
Es una cosa relativa al pasado y al futuro.
Es una cosa que existe en virtud de que otras cosas existen.
Yo sólo quiero la realidad, las cosas sin presente.
Fernando Pessoa
Leer algo de nuevo. Releer por ejemplo, a los grandes poetas, a los acaso ya antiguos poetas que tanto tienen que decirnos. Los poetas "del pasado" vienen a decirnos cosas nuevas, cosas de la que todavía quizás algunos, no estamos preparados para escuchar.
El tiempo puede pasar, pero, no ofrece ninguna garantía de que adquiramos una mayor comprensión de los hechos.
Casi siempre escucho que hay leer y porqué no, releer, tal o cual cuento, novela..., pero pocas o casi ninguna, que haya que releer a los poetas. Y creo, que especialmente los poetas, tienen mucho para decirnos porque el poder de su síntesis tiene una gran significancia. Nos exigen un serio ejercicio de atención, de trabajo para desarrollar en nosotros una atención especial, a veces, activa y pasiva al mismo tiempo. El tiempo es en este instante, en este momento, en este instante que ya se fue para ceder el espacio a otro. Hablando con sinceridad, siento que tenemos que ser cóncavos, ser capaces de recibir, de estar vacíos al releer, ser como una hoja en blanco para dejar que el poema se escriba en mí, y quizás con esta actitud pueda llegar a estar atento, activo en todas las direcciones posibles, listos para aprender, para mantener un dialogo respetuoso. En mi manera de ver, los poemas de los grandes poetas, tuvieron y tienen algo para decirnos, su sabiduría es perenne, y su letra no está muerta, como sostienen algunos críticos. Los casi muertos somos nosotros que la mayoría de las veces cuando captamos algo, como estamos tan involucrados con nosotros mismos, leemos e interpretamos desde nuestro “yo” personal, reactivo y muchas veces agresivo, más ocupado en desacreditar que en descubrir realmente lo que se está diciendo. En algún nivel, todavía somos muy competitivos. Todo es visto y vivido desde mi pequeño mundo.
Montale no está muerto, todavía nos dice…
”La vida oscila
Entre lo sublime y lo inmundo
con cierta propensión
a lo segundo”
Y en muchos sentidos, como nos cuenta Montale, la vida nos sigue mostrando este rostro. Es algo sabido que solamente depende de nosotros: nuestra actitud es la que define el entendimiento, de cómo nos acercamos a la lectura, si vamos al encuentro o vamos al choque con todos nuestros prejuicios, con nuestro ruido mental, con toda la basura y suciedad acumulada en nuestra mente, que protegemos con tanto cuidado.
Tanto otros, como yo mismo, sabemos que se puede releer un poema como si fuera por primera vez. Si nos preparamos de antemano, podemos descubrir con sorpresa que, en un poema que creíamos terminado, todavía tiene mucho para decirnos, que tiene muchos matices, que tiene más de un color, que hay muchas fragancias por descubrir, para acrecentar y renovar nuestra comprensión.
Sé por propia experiencia, que podemos abandonar por un rato esa propensión a lo inmundo para maravillarnos ante lo sublime!!!. Podemos y debemos! intentar trabajar sin descanso, constantemente en nuestro interior, para hallar ese equilibro tan necesario para poder acercarnos a una calidad de vida más deseable. Este equilibro no es algo que uno pueda alcanzar facilmente, exige un trabajo continuo, permanente, no es algo barato, no es una mercancía que uno pueda encontrar en cualquier lado; la mayoría de las veces es escurridizo, inasible, y por esto, para conectarnos con él, necesitamos trabajar interiormente, poniendo todo nuestro esfuerzo y atención.
Hay tanta poesía que está esperando por nosotros..., por ejemplo, podemos releer a Holderlin y dejarnos contagiar de su delicadeza y de su arte alquímico de transformar la oscuridad y las sombras en sitios llenos de luz.
El acto de releer puede vivificarnos, apaciguarnos de esta ansiedad cultural perniciosa, en el sentido de que uno siempre uno tiene que estar “actualizado” por temor a vivir al margen. Es increíble la energía que perdemos en esta sed de lo nuevo!!!,... Podemos poner un palo en la rueda, detener esta maquinaria por un momento y relajarnos.
En el acto de releer, nos podemos animar a abrir nuestro corazón. Releer hasta puede ser un acto de humildad, un acto puro y liberador como el de saber y reconocer íntimamente de que no lo hemos comprendido todo, y que todavía disponemos de un espacio en blanco para nuevas impresiones. Yo me pregunto,…esta actitud, no es también una forma de respeto y consideración hacia el autor?
Frente al poema que hemos leído una y otra vez, podemos volver a maravillarnos, y esto es una posibilidad que se da cuando uno está con una mente abierta, cuando no cubrimos nuestra innata capacidad de asombro con una absurda e innecesaria corteza, casi en todos los casos muy resistente...no sea cosa que nos volvamos vulnerables. Así como no tenemos miedo de lo "nuevo" conocido, en general tenemos terror de lo "nuevo" desconocido. Caminar en aguas desconocidas puede abrirnos los ojos y hasta puede ser un impulso sagrado.
Eureka!!! Puedo volver a empezar…
En muchos aspectos, hace tiempo que vivimos dentro de la comodidad de nuestro propio propio ataud, siempre presto para ofrecernos “una buena vida” llena de seguridad y tranquilidad.
En algún lugar estamos felices de estar así, profundamente dormidos e identificados con los programas sociales preestablecidos para ser insertados en una comunidad autómata, enferma de tanta hipocresía, de tanta maldad e injusticia, con tanta ambición de poder y destrucción, con el único lema casi religioso, de “yo me tengo que salvar” sin importar nunca la gravedad del costo que implica una actitud tan egoísta.
Cierta poesía es iluminadora: nos invita a que seamos más activos, más reflexivos, nos acerca un poco más a la realidad, a esta realidad de la que tanto huimos para refugiarnos vaya a saber uno en que mar de ilusiones. Con amabilidad y cortesía podríamos renunciar a nuestro pensamiento polarizado y por ende violento, para dar lugar a uno más amable, conciliador, que seguramente nos va a ayudar a trascender un mundo impregnado de tantos sueños viajando a la deriva, para acercarnos con un amor incondicional a la realidad.
Uno de las poesías que frecuentemente releo con esperanzas renovadas y que quiero compartir, es la del enorme poeta Gunnar Ekeöf :
En los muertos vive una idea de belleza
Sí en sus muertas vidas vive un sueño de belleza
Aquel que no ha visto o sentido lo terrible
que es esta siniestra vida a la que hemos nacido-
tampoco tiene ningún sueño de belleza
tampoco ha visto el resplandor de la luna en el río
como una visión, como un sueño de belleza
Tampoco ha sentido el ansia de zambullirse tras la luna
de soñar con la muerte, de contemplar en sueños visiones
de belleza
de frescor felicidad vida enamoramiento y un amor
que es belleza
En esta crueldad que es nuestra vida
el amor es el sueño de belleza
Miguel Fochesatto