lunes, 11 de febrero de 2013

La lógica del lugar de la nada y la cosmovisión religiosa -fragmento-

Mantengo que cuando expresamos en términos lógicos lo que es Dios o el absoluto, debemos hablar así. En efecto, Dios o el absoluto, con relación a sí mismo, se mantiene en forma de una identidad contradictoria, es decir, como su propia autonegación absoluta. o como poseyendo dentro de sí mismo la absoluta autonegación. Por ser Nada absoluta es ser absoluto. Es precisamente por esta coincidencia de la nada absoluta y el ser absoluto por lo que podemos hablar de omnisciencia y omnipotencia divinas. Por tanto diremos que, porque hay un Buda, hay seres vivientes, y porque hay seres vivientes, hay un Buda. O en términos cristianos, porque existe el mundo de las criaturas, hay un Dios creador.

Al hablar de Dios o del absoluto puedo haber dado la impresión de estar retornando a pensadores del estilo de Barth, que mantiene que  Dios es lo absolutamente trascendente. Sin embargo, desde otra perspectiva cristiana, esto podría sonar a panteísmo. Pero ese sería un malentendido, cuyo origen está en concebir lo divino en términos de lógica objetiva. Como he escrito a menudo, el absoluto no es meramente un no-relativo, ya que contiene la negación absoluta dentro de sí mismo. Por tanto, lo relativo que se mantiene en relación a lo absoluto no es meramente parte del absoluto o una versión empequeñecida de lo absoluto. Si fuera así, el absoluto sería un no-relativo, pero ya no sería el absoluto. Un verdadero absoluto debe poseerse a sí mismo mediante la auto-negación. El verdadero absoluto existe en la medida en que retorna a sí mismo en forma de lo relativo. El verdadero absoluto es el Uno que se expresa a sí mismo en forma de lo infinitamente múltiple. Dios existe en este mundo a través de su auto-negación. En este sentido Dios es siempre inmanente. De ahí la antigua frese que reza así:

                               Dios no está en ninguna parte de este mundo,
                               porque está en todas.

              El budismo expresa esta paradoja mediante la dialéctica del "eso" y del "no es" (soku hi). Agradezco a Susuki Daisetsu que me haya mostrado este pasaje del Sutra del Loto:

                              Porque todos los dharmas no son todos los dharmas,
                              por eso se llaman todos dharmas.
                              Porque no hay Buda, hay Buda
                              Porque no hay seres vivientes, hay seres vivientes.

              Otra expresión de lo mismo puede hallarse en el dicho de Daitó Kokushi, el maestro del Zen Myocho:

                             Buda y yo, aunque a distancia infinita,
                             no estamos separados un instante.
                             Cara a cara todo el día
                             y sin vernos un solo instante.

En estos términos, un Dios meramente trascendente y autosuficiente no sería verdadero Dios. 
Dios, como afirma san Pablo, debe estar siempre vaciándose de sí. La paradoja de Dios es que es trascendente y, a la vez, inmanente. Tal es el verdadero absoluto.

Kitaro Nishida


Nota: Fragmento del libro Titulado "Pensar desde la nada" ensayos de filosofía oriental de Kitaro Nishida, publicado de la editorial Sígueme.