Entonces no había lo existente ni lo no-existente;
no había reino del aire, ni del cielo, más allá de él.
¿Qué habría dentro, y dónde? Y ¿Qué daba amparo?
¿Había agua allí, insondable profundidad del agua?
No había entonces muerte, ni había algo inmortal,
no había ningún signo que dividiera los días y las
noches.
Ese algo, sin aliento, respiraba por su propia na-
turaleza; aparte de eso no había nada.
Todo lo que existía entonces era vacío y sin forma;
por el gran poder de la acción nació esta unidad.
Después de esto brotó el deseo. Deseo, primera
semilla y gérmen del espíritu.
Sabios aquellos que buscaron con el pensamiento
de su corazón y hallaron el parentesco entre lo exis-
tente y lo no-existente.
Los dioses son posteriores a la creación del mundo.
¿Quién sabe entonces de dónde primitivamente llegó
a ser?
El, el primer origen de esta creación, sea que lo
haya formado todo o no lo haya formado;
cuyos ojos controlan el mundo en lo más alto del
cielo, El verdaderamente lo sabe, o quizás no lo sabe.
no había reino del aire, ni del cielo, más allá de él.
¿Qué habría dentro, y dónde? Y ¿Qué daba amparo?
¿Había agua allí, insondable profundidad del agua?
No había entonces muerte, ni había algo inmortal,
no había ningún signo que dividiera los días y las
noches.
Ese algo, sin aliento, respiraba por su propia na-
turaleza; aparte de eso no había nada.
Todo lo que existía entonces era vacío y sin forma;
por el gran poder de la acción nació esta unidad.
Después de esto brotó el deseo. Deseo, primera
semilla y gérmen del espíritu.
Sabios aquellos que buscaron con el pensamiento
de su corazón y hallaron el parentesco entre lo exis-
tente y lo no-existente.
Los dioses son posteriores a la creación del mundo.
¿Quién sabe entonces de dónde primitivamente llegó
a ser?
El, el primer origen de esta creación, sea que lo
haya formado todo o no lo haya formado;
cuyos ojos controlan el mundo en lo más alto del
cielo, El verdaderamente lo sabe, o quizás no lo sabe.