domingo, 20 de mayo de 2012

VITA NUOVA y E TENEBRIS

VITA NUOVA


Estuve en pie junto al mar que no se puede vendimiar
hasta que bañó la espuma mi rostro y mis cabellos;
las largas y rojas llamas del día agonizante
ardían en el oeste, tristemente silbaba el viento
y las ruidosas gaviotas huían tierra adentro.
"Ay! -exclamé-. Mi vida está llena de dolor,
¿Quién podría recoger frutos o granos dorados
de esos campos estériles que se mueven sin cesar?"
Mis redes estaban llenas de jirones y desgarros;
y, sin embargo, las eché al mar
por última vez y esperé mi suerte final.
Cuando de repente, ¡que maravilla! Vi
ascender el argentado esplendor de unos blancos miembros
y en ese gozo olvidé mi afligido pasado.

E TENEBRIS

Ven, ¡oh Cristo!, ayúdame; tiéndeme Tu mano,
que me estoy undiendo en un mar bravo
como Simón en Tu lago de Galilea.
El vino de la vida se derrama en la arena,
y mi corazón es una tierra devastada y hambrienta
donde todo lo bueno ha perecido.
Bien sé que mi alma ardería en el Infierno
si esta noche ante el trono de Dios compareciera.
"Duerme, por ventura, o persigue la caza,
como Baal, cuando sus profetas lo llamaban
en el asolado Carmelo del alba al mediodía."
¡Paz! Antes de que anochezca debo contemplar
los pies de bronce, las ropas blancas como llamas,
las manos heridas y la exhauta faz humana.


Oscar Wilde