Los
Sravakas y los Pratyekabudas, cuando alcanzan la octava etapa de la disciplina
del Bodhisattva, se embriagan de tal modo con la felicidad de la tranquilidad
mental que dejan de advertir que el mundo visible no es nada más que la Mente.
Se hallan todavía en el reino de la individuación; su penetración no es todavía
pura.
Los Bodhisattvas, por otra parte, están alerta hacia sus votos originales, valorando el amor, que todo lo abarca, de su corazón. No entran en el Nirvana (como estado separado del mundo del devenir); saben que el mundo visible no es sino una manifestación de la Mente misma.
Los Bodhisattvas, por otra parte, están alerta hacia sus votos originales, valorando el amor, que todo lo abarca, de su corazón. No entran en el Nirvana (como estado separado del mundo del devenir); saben que el mundo visible no es sino una manifestación de la Mente misma.