"La identificación" es un rasgo tan común, que en la tarea de la observación de sí es difícil separarla del resto. El hombre está siempre en estado de identificación; sólo cambia el objeto de su identificación.
El hombre se identifica con un pequeño problema que encuentra en su camino y olvida completamente las grandes metas que se propuso al principio de su trabajo. Se identifica con un pensamiento y olvida todos los demás. Se identifica con una emoción, con un estado de ánimo, y olvida otros sentimientos más profundos. Al trabajar sobre sí mismos, las personas se identifican hasta tal punto con metas aisladas que pierden de vista el conjunto. Para ellas los dos o tres árboles más cercanos llegan a representar todo el bosque.
La identificación es nuestro más terrible enemigo porque penetra por todas partes. En el mismo momento en que creemos luchar contra ella seguimos siendo víctimas de su engaño. Y si nos es tan difícil liberarnos de la identificación, es porque nos identificamos más fácilmente con las cosas que más nos interesan, a las que damos nuestros tiempo, nuestro trabajo y nuestra atención. Para liberarse de la identificación el hombre debe entonces estar constantemente en guardia y ser despiadado consigo mismo. Es decir, que no debe tener miedo de desenmascarar todas sus formas sutiles y escondidas.
Es indispensable ver y estudiar la identificación a fin de descubrirla en nosotros mismos hasta sus raíces más profundas. Pero la dificultad de la lucha contra la identificación se acrecienta aún más por el hecho de que cuando la gente la nota, la mira como una cualidad excelente y le concede los nombres de "entusiasmo", "celo", "pasión", "espontaneidad", "inspiración", etc. Consideran que realmente no pueden hacer un buen trabajo en cualquier terreno sino en estado de identificación. En realidad esto es una ilusión. En tal estado el hombre no puede hacer nada sensato. Y si la gente pudiera ver lo que significa el estado de identificación, cambiaría de opinión. El hombre identificado no es más que una cosa, un trozo de carne; pierde hasta la poca semejanza que tenía con un ser humano. El el oriente, donde se fuma el hashish y otras drogas, a menudo sucede que un hombre se identifica con su pipa hasta el punto de considerarse a sí mismo como una pipa.
Esto es la identificación.
Pero para llegar a esto no son necesarios en lo más mínimo el hashish o el opio. Miren a la gente en las tiendas, los teatros o restaurantes. Vean cómo se identifican con las palabras cuando discuten o tratan de probar algo, sobre todo algo que no conocen. No son más que deseo, avidez, o palabras: de ellos mismos no queda nada.
Esto es la identificación.
Pero para llegar a esto no son necesarios en lo más mínimo el hashish o el opio. Miren a la gente en las tiendas, los teatros o restaurantes. Vean cómo se identifican con las palabras cuando discuten o tratan de probar algo, sobre todo algo que no conocen. No son más que deseo, avidez, o palabras: de ellos mismos no queda nada.
La identificación es el principal obstáculo para el recuerdo de sí. Un hombre que se identifica es incapaz de recordarse a sí mismo. Para poder recordarse a sí mismo, primero es necesario no identificarse. Pero para aprender a no identificarse, ante todo el hombre debe no identificarse consigo mismo, no llamarse a sí mismo "Yo", siempre y en todas las ocasiones. Debe recordar que hay dos en él, que hay él mismo, es decir Yo en él, y el otro con el cual debe luchar y al que debe vencer si quiere alcanzar cualquier cosa. Mientras un hombre se identifique o sea susceptible de identificarse, es esclavo de todo lo que puede sucederle. La libertad significa ante todo liberarse de la identificación.
G: I: Gurdjieff
extracto del libro de Ouspensky "Fragmentos de una enseñanza desconocidad"
La traducción fue realizada por un grupo de personas bajo la dirección de Dorothea Dooling, Roberto Wangemann Castro y Antonio Garland