A ser amante de Dios aprendí anoche:
vivir en este mundo y no llamar nada mío.
Mirando en mi interior,
la belleza de mi propio vacío
me colmó hasta el amanecer,
me envolvió cual mina de rubíes,
me vistió de seda roja su color.
En la cueva de mi alma
la voz del amante oí exclamar:
"¡Bebe ahora!¡Bebe ahora!"
Tomé un sorbo y vi ola tras ola
el vasto océano acariciar mi alma.
Bailan los amantes de Dios
y el círculo de sus pasos es
un anillo de fuego prendido a mi cuello.
Me llama el cielo con lluvia y trueno,
una multitud vocífera,
mas no puedo oír...
Todo cuanto oigo es
la llamada de mi Amado.
Rumi
traducido por Alfonso Colodrón
vivir en este mundo y no llamar nada mío.
Mirando en mi interior,
la belleza de mi propio vacío
me colmó hasta el amanecer,
me envolvió cual mina de rubíes,
me vistió de seda roja su color.
En la cueva de mi alma
la voz del amante oí exclamar:
"¡Bebe ahora!¡Bebe ahora!"
Tomé un sorbo y vi ola tras ola
el vasto océano acariciar mi alma.
Bailan los amantes de Dios
y el círculo de sus pasos es
un anillo de fuego prendido a mi cuello.
Me llama el cielo con lluvia y trueno,
una multitud vocífera,
mas no puedo oír...
Todo cuanto oigo es
la llamada de mi Amado.
Rumi
traducido por Alfonso Colodrón