miércoles, 2 de enero de 2013

PARA TRANSFORMAR EL MUNDO DEBEMOS EMPEZAR POR NOSOTROS MISMOS.

Como lo dije la última vez que nos reunimos, los problemas del mundo son tan colosales, tan complejos, que para comprenderlos y así resolverlos, hay que abordarlos de manera muy simple y directa; y la simplicidad, la derechura, no dependen de las circunstancias externas ni de nuestros prejuicios y estados de ánimo en particular. Como lo he señalado, la solución no ha de encontrarse por medio de conferencias ni de proyectos, ni sustituyendo a los viejos dirigentes por nuevos, etc. La solución, evidentemente, está en el creador del problema, en el causante del daño, de los odios y enormes desavenencias que existen entre los seres humanos. El causante de este daño, el creador de estos problemas, es el individuo -vosotros y yo- no el mundo tal como lo concebimos. El mundo es vuestra relación con los demás. El mundo no es algo que esté separado de vosotros y de mí; el mundo, la sociedad, es la interrelación que establecemos o tratamos unos con otros.
De suerte que vosotros y yo somos el problema, no el mundo; porque el mundo es la proyección de nosotros mismos, y para comprender al mundo tenemos que comprendernos a nosotros mismos. El mundo no es distinto de nosotros; somos el mundo, y nuestros problemas son los problemas del mundo.
Esto no puede repetirse con demasiada frecuencia, porque somos de mentalidad tan indolente que no creemos de nuestra incumbencia los problemas del mundo; creemos que deben ser resueltos por las Naciones Unidas o reemplazando los viejos dirigentes por otros nuevos. Es una mentalidad bien torpe la que piensa de ese modo; porque nosotros somos responsables de la horrible miseria y confusión que hay en el mundo, de la guerra que nos amenaza. Para transformar el mundo debemos empezar por nosotros mismos; y, como lo he dicho, lo importante al empezar por nosotros mismos es la intención. La intención tiene que consistir en comprendernos a nosotros mismos, y en no dejar para otros el transformarse o producir un cambio modificado mediante la revolución, de izquierda o de derecha. Es, pues, importante comprender que esta es nuestra responsabilidad, la vuestra y la mía; porque, por pequeño que sea el mundo en que vivimos, si podemos transformarnos, si podemos hacer surgir un punto de vista radicalmente diferente en nuestra existencia diaria, entonces, tal vez, afectaremos al mundo en general, las extensas relaciones de unos con otros.

Krishnamurti